miércoles, 29 de enero de 2014


        Sólo déjame enseñarte de qué está hecho mi dolor, amor. Teje conmigo pesadillas oscuras: bajarán por mis sienes y se colarán hasta mis párpados, te besaré con la amargura de una noche de desasosiego. 



Permíteme desnudarte de la cabeza a los pies. Quitarte esa piel que no te hace falta, dársela a los perros para que terminen con lo único que separa mi alma de tu alma. Eres la imagen purificada de mis deseos más oscuros, filtrada de todos los vicios de los convencionalismos sociales.


Te toco y exploto. No hace falta que recojas los despojos ni las sobras, ya vendrán los cerdos a hacer lo que les toca.


Te siento muy cerquita de mi torso desnudo, de mi impetuosa necesidad de controlarte. No quiero que tomes, tú primero, el papel de verdugo. Te acecho, me acerco, cedo y es todo.


Me siento y te espero. Bajo la luz de la luna llena y la promesa de que quizá no te quedes nunca, el dolor de esa ausencia anunciada me lastima el cuerpo entero. 

Yo sí te creo. A ti y a las cosas del universo, y al tiempo; un poco menos al amor, pero le creo.







miércoles, 15 de enero de 2014

De muchas (o de todas las) maneras, siento como crece dentro el hueco.
De días con sol a medias tintas, de tardes con recuerdos de olor a mar, de noches de oficina y luz artificial.

Ya no sé estar sin mirarte, sin recorrer las extensiones inacabables, inacabadas del amor por el progreso. Sé que para muchos significas más que el deseo de amanecer en la cabina de autobuses viejos.

Y te cuento, te digo cuánto te he extrañado en tus horas interminables de infinito compañero. 
Porque me has dejado mirarte y recorrer cada espacio, sin reparar jamás en el hecho de que, algunas veces, no me he quedado mucho tiempo. 


De que he caído dormida a la sombra  de tus historias, en tus detalles más preciosos, bajo los rayos más intensos de mediodía y la brisa cálida de la tarde. Sin rencor y sin reproches, me has sorprendido aún con los paisajes más hermosos, con las escenas más inesperadas justo cuando he abierto los ojos.




Te espero, con las ansias de la primera vez, con la misma pasión por lo incierto. Con tus casitas y tus cerros. Voy a dormir y mientras te sueño, te espero.