miércoles, 29 de mayo de 2013

¿A dónde vas ahora, río de los ojos tristes?


Habrá que dejarte fluir, dejar pasar. Aprender las lecciones. Reencontrar.
La oscuridad -salada- se cuela por todas las fisuras; de sobra sabes que no soy buena para andar a ciegas. 

Una mano, en tu mano, diez patitas, pequeñas, frágiles. Seguro en el océano no hay basura espacial ni moluscos radioactivos. Pero no sé.

Fosforescencia de espuma, marea alta. Los recuerdos vienen a quedarse en la orilla como conchas tornasoladas, como caracoles que, en su centro, guardan tus palabras más secretas, más hermosas.

Quisiera que fueras libre de tu cauce y encontraras el delta donde te convertirás en mar. Uno que en su fondo guarde el secreto del leviatán y el canto de las ballenas.

Ojalá que tu movimiento perpetuo erosione completamente las rocas y el coral, para cubrir el mundo de arena blanca. Para poner un poco en un reloj de cristal y poder contarte por siempre en los días y las horas que se van.


jueves, 2 de mayo de 2013


 ¿Cuántas veces hay que morir antes de encontrar el camino secreto?


¿Cuántas hormigas hay que seguir a sus agujeros, atravesando senderos tortuosos, de tierra caliente y aguas caprichosas?

¿Cuánta oscuridad hay que permitir nos entre por los oídos y por el corazón? Los túneles en penumbra: húmedos, con vapores de humus y larvas malogradas.


No hay que esperar un siglo, ni medio; habrá que contar obreras y cuando tengas tu número, descubrirás el secreto de la creación. 
El caos perfecto.

¿Cuántas veces volará la reina sobre ti,
 se arrancará las alas y confinará en el centro de la tierra con el objeto de perpetuar su especie? ¿Cuántas veces pedirá tu cabeza para extinguir tu raza?

Camina sobre tus pasos, inventa un pretexto, una historia y, antes de ver la última cámara desmoronarse, pregúntate si acaso todo este tiempo no anduviste en sentido contrario.