martes, 24 de marzo de 2015

Paso demasiado tiempo pensando en cómo te quiero. Yo sé cómo debería quererte pero eso es a mi modo, a mi ritmo, con las pausas y silencios y no sé si tú pienses lo mismo. No sé ni siquiera si piensas en eso. 

Trato de descubrirte cada día, con este sabor agridulce, con mis ojos bien abiertos. Saber que eres tú a pesar de mí, a pesar de todos, porque no te conozco y eso me impacta mucho, porque estás tan cerca, tan a la mano. A veces pienso que me eres muy ajeno, que tienes muchas añoranzas del pasado que no me corresponden y me siento sola en medio de este misterio, aplastante.  Es un drama sin respuesta.

Todo es un momento soleado, una plática casual de desconocidos… Y la realidad, la tuya y la suya y las cosas triviales o fundamentales que desconozco y que no entiendo.

Me da miedo no entender nada. Últimamente siento que no entiendo nada, nada de nada. Porque todo es tan fugaz y me obsesionan los momentos Kodak, pero que no sean míos. Y luego... y pasarán muchos años y vida y tiempo y personas.

Quiero ser atemporal, quiero estar en el centro de algo muy grande, quiero ser parte de alguien, quiero ser un dato en la memoria de los siglos, quiero permanecer en una cinta de video. Dudaría que alguien rechace una pequeña dosis de inmortalidad.

Tiene una velocidad impresionante, hacia atrás; soy demasiado sensible como para permanecer ajena, ojalá que un día me conocieras. Es esta etapa adolescente tardía de sensiblerías e ideales que me pesan todavía.